
“Hemos tenido ya oportunidad de remarcar que los tres Sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía constituyen juntos el misterio de la ‘iniciación cristiana’, un único grande evento de gracia que nos regenera en Cristo y nos abre a su salvación. Es esta la vocación fundamental que acomuna a todos en la Iglesia, como discípulos del Señor Jesús. Hay después dos Sacramentos que corresponden a dos vocaciones específicas: se trata del Orden y del Matrimonio. Ellos constituyen dos grandes caminos a través de los cuales el cristiano puede hacer de la propia vida un don de amor, sobre el ejemplo y en el nombre de Cristo, y así cooperar a la edificación de la Iglesia.”