Compartimos con vosotros esta pequeña y hermosa reflexión del rector del seminario de Córdoba, Antonio Prieto.
La
fotografía que da origen a esta sencilla reflexión es emocionante. Se están
celebrando unas ordenaciones de diáconos y la celebración ha llegado a ese
momento estremecedor en el que los ordenandos se postran, mientras la Iglesia
ora con las Letanías de los santos. Es un grito que se eleva al cielo desde la
más absoluta pobreza del ser humano, que ha sido llamado por Dios a abrazar la
sublime vocación sacerdotal.
Un
niño, que seguramente ha asistido a la ordenación con sus padres, imita con
candidez infantil el solemne gesto de los mayores. Es un signo de inocencia y
sencillez que hace sonreír, pero que también hace pensar. El niño no parece
querer perder de vista en ningún momento a los jóvenes
seminaristas, que se encuentran inmersos en el misterio. Todo un símbolo de lo
que es la vocación sacerdotal.
Dios
se sirve para llamar a sus elegidos del misterio que envuelve a los que ya han
respondido a la llamada. La entrega generosa de un vocacionado abre horizontes
y mueve a la imitación. Así ha ocurrido siempre y así seguirá ocurriendo. Sin
embargo, el gesto infantil de nuestro protagonista se realiza en un clima de
intensa oración, y quizás es esto lo que más sobrecoge. Para que haya más
sacerdotes hace falta más oración. ¡Oremos por las vocaciones sacerdotales!
Porque una imagen habla más que mil palabras.
Antonio Prieto Lucena
Rector
del Seminario Conciliar San Pelagio de Córdoba
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