Prioridades pastorales de cara al Curso 2014-2015
Queridos hermanos y hermanas:
“Id y haced discípulos de
todos los pueblos…” (Mt. 28,19). Escuchemos de nuevo este mandato del Señor
para retomar los trabajos por el Evangelio en nuestra Iglesia particular y que
el nuevo curso no sea una simple vuelta rutinaria a los quehaceres eclesiales.
1.
Escuchar la Palabra para poder anunciarla a los demás
La Palabra de Dios tiene que
ocupar un lugar preferente en nuestra vida y en nuestra acción pastoral. Una
Palabra de Dios vivida, celebrada, anunciada y testimoniada. La Palabra hecha
carne puede transformar nuestra vida, darle un sentido nuevo, romper nuestros
enclaustramientos egoístas y abrirnos verdaderamente a los demás.
Cuidemos el primer anuncio en
los nuevos escenarios culturales, sociales y religiosos destacando la belleza y
la alegría del Evangelio. Los sacerdotes preparemos con especial esmero la
homilía de cada domingo y festivo a partir de la Palabra de Dios que nos llama
a la conversión. Impulsemos la formación y la experiencia de fe de los
catequistas para que puedan transmitir la Palabra como fuente de vida.
Potenciemos los grupos de formación bíblica donde existen y creemos algunos
nuevos.
2.
Recepción de la exhortación apostólica Evangelii
Gaudium
En noviembre del año pasado,
el papa Francisco nos regaló la exhortación apostólica Evangelii Gaudium sobre el anuncio del
Evangelio en el mundo actual. En ella nos emplazaba a constituirnos en “estado
permanente de misión”. Que cada estructura eclesial se convierta en un cauce
adecuado para la evangelización del mundo contemporáneo (cfr. EG 25ss.).
Acojamos todos con convicción sincera y con auténtica pasión la llamada del
Papa a la conversión pastoral. Así todas las realidades eclesiales y también
nosotros, los obispos, sacerdotes, consagrados y laicos adoptaremos estilos más
misioneros. Durante este curso favoreceremos la recepción de la Evangelii Gaudium. Es una gozosa
exigencia de comunión eclesial, que nace del carácter programático de este
documento. Leamos, estudiemos y reflexionemos personal y comunitariamente esta
exhortación apostólica. Empapándonos de su espíritu descubriremos, en un clima
de comunión, las urgencias pastorales que el Papa nos señala.
3. El
Año Jubilar Teresiano
El Año Jubilar
Teresiano, concedido por el papa Francisco a la Iglesia en España, se extenderá
desde el día 15 de octubre de 2014 hasta la misma fecha del año 2015. La
ocasión es el V Centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús. En fechas
próximas daremos a conocer las iglesias en las que se podrá lucrar la gracia
jubilar y algunas iniciativas conjuntas de carácter formativo o cultural. Con
todo, lo decisivo deberá ser la renovación de nuestro compromiso a favor de la
pastoral de la santidad, centrándonos particularmente en la pastoral de la
oración, de la que santa Teresa fue maestra elocuente. Ella nos dejó esta
definición preciosa de la oración: “No es otra cosa oración mental, a mi
parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con
quien sabemos nos ama” (Vida, 8,2). El papa Francisco insiste en que hoy la
Iglesia necesita evangelizadores con Espíritu que oran y trabajan, porque no
sirven las propuestas místicas sin compromiso social, ni los discursos y praxis
pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón (cfr. EG 262).
Impliquémonos, pues, especialmente en este año, en la pastoral de la oración en
todos los ámbitos de la vida diocesana, parroquias y comunidades, movimientos,
grupos apostólicos y hermandades, desde la catequesis de infancia hasta los
adultos, pasando por los adolescentes y jóvenes, porque como sabiamente
enseñaba la mística abulense: “Sin este cimiento fuerte [de la oración] todo
edificio va falso” (Camino de Perfección, 4,5).
4. El
Año de la Vida Consagrada
El curso pastoral que
comenzamos estará también marcado por la celebración del Año de la Vida
Consagrada, convocado por el papa Francisco. Dará comienzo el 30 de
noviembre de 2014 y se clausurará el 2 de febrero de 2016, Jornada Mundial de
la Vida Consagrada. La celebración se enmarca en el cincuentenario del Concilio
Vaticano II y del decreto conciliar Perfectae Caritatis sobre la
renovación de la vida religiosa. A lo largo de todo un año daremos gracias a
Dios por el don precioso que supone para la Iglesia la vida consagrada y
visibilizaremos el aprecio de nuestra diócesis por este género de vida. Los
consagrados son un signo extraordinario de la presencia amorosa de Dios en el
mundo como testigos de la esperanza y de la misericordia divina y anticipo y
profecía de lo que será la vida futura. Contamos con algunos religiosos y
religiosas comprometidos en las tareas parroquiales y otros en la enseñanza. Un
número estimable de religiosas y miembros de institutos seculares y sociedades
de vida apostólica trabajan con los marginados y excluidos, en la pastoral de
la salud, en la catequesis o en el servicio a los pobres, conscientes de que el
Señor se ha encarnado en cada hombre, especialmente en los más débiles.
No olvido el gran don que
supone para nuestra Iglesia diocesana la presencia y la oración constante de
nuestras monjas contemplativas. En su vida escondida con Cristo en Dios, no son
extrañas a la humanidad, ni inútiles en la construcción de un mundo más justo y
fraterno, de acuerdo con los planes de Dios. Por el contrario, ocupan un puesto
eminente en el Cuerpo Místico de Jesucristo y son el corazón de la Iglesia, en
expresión feliz de santa Teresita de Lisieux.
Con su oración y la inmolación de su vida sostienen la fidelidad y el
trabajo apostólico de los sacerdotes, el servicio eclesial que los religiosos y
religiosas de vida activa prestan a los más pobres, el amor y la mutua
fidelidad de los esposos y el crecimiento y la maduración en la fe de los niños
y jóvenes. Ellas son, como escribiera santa Clara de Asís en las constituciones
de sus monjas "apoyo de los miembros vacilantes del cuerpo inefable del
Señor".
Estoy convencido de que sin
los consagrados nuestra diócesis sería más pobre en iniciativas
evangelizadoras, su radio de acción sería más corto y, desde luego, no contaría
con el testimonio profético y la santidad de tantos hermanos que nos enriquecen
con su oración y con sus obras apostólicas. Como dijo el papa Benedicto XVI el
2 de febrero de 2010, “más allá de valoraciones superficiales de funcionalidad,
(…) las personas consagradas son un don precioso para la Iglesia y para el
mundo, sediento de Dios y de su Palabra”.
5. El Itinerario de Formación de Adultos de la Conferencia
Episcopal Española
De un modo especial
proponemos para el nuevo curso pastoral el Itinerario de Formación de
Adultos de la Conferencia Episcopal Española como instrumento de formación de
nuestros laicos, para que todos crezcamos en nuestra condición de discípulos
misioneros. “Ser discípulos es tener la disposición permanente de llevar a
otros el amor de Jesús, y eso se produce espontáneamente en cualquier lugar: en
la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino” (EG 127). Bajo la
coordinación e impulso de las Delegación diocesana de Apostolado Seglar,
procuremos constituir grupos nuevos, en los que sus miembros experimenten el
gozo de su pertenencia a la Iglesia y la alegría de vivir en comunidad porque
“los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la
tierra y luz del mundo” (EG 92).
6. Pastoral juvenil y vocacional
También es necesario seguir
fortaleciendo nuestra Pastoral juvenil y vocacional. Una buena
pastoral de jóvenes, que busque una sólida formación cristiana y les ayude a
enraizarse en Cristo, cultivando la oración, la amistad con el Señor y la
participación en los sacramentos, es una buena base para la pastoral de las
vocaciones. No nos debe dar miedo ni pudor proponer a los jóvenes así formados
un camino de especial consagración en el sacerdocio o en la vida
consagrada. Ofrezcamos a nuestros jóvenes una espiritualidad profunda y
unos ámbitos comunitarios donde puedan vivir gozosamente su pertenencia
eclesial. Son muchos los jóvenes que buscan el encuentro personal con
Jesucristo, que desean experimentar la fraternidad en una comunidad de hermanos
que se conocen y se ayudan, que necesitan comprender su fe a través de la
formación doctrinal y bíblica, y que están dispuestos a participar en un
compromiso misionero. Con una pastoral juvenil así orientada surgirán
vocaciones, porque como dice el papa Francisco “donde hay vida, fervor, ganas
de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas” (EG 107).
No podemos olvidar que el
paro sigue siendo una verdadera lacra social en España. Luchemos contra el paro
porque en el trabajo libre, participativo y solidario, los hombres y mujeres
expresan y acrecientan su dignidad de personas, y cuando el paro les impide
acceder a él, es su propia dignidad personal la que se resiente. Pedimos a
Cáritas Diocesana y a las Cáritas parroquiales que sigan trabajando a favor de
los más pobres proporcionándoles el pan de trigo, el pan de la escucha y la
acogida, el pan de la fe y el pan de la Eucaristía.
En las tareas pastorales que
reemprendemos no estamos solos, ni contamos sólo con nuestras pobres fuerzas.
Así nos lo dice santa Teresa de Jesús al escribir “que es larga la vida y hay
en ella muchos trabajos, y hemos menester mirar a nuestro dechado Cristo cómo
los pasó, y aun a sus apóstoles y santos, para llevarlos con perfección” (7M
13). La Virgen María y todos los santos, nos estimulan con su ejemplo y nos
ayudan con su intercesión. A todos ellos encomendemos el nuevo curso pastoral,
particularmente a los nuevos santos pastores Juan XXIII y Juan Pablo II.
Con mi saludo fraterno y mi bendición.
† Manuel Sánchez Monge, obispo de Mondoñedo-Ferrol
No hay comentarios:
Publicar un comentario